No contar con un buen seguro para el local en el que se imparten las clases es un grave error. Las eventualidades a las que está sujeto el espacio de trabajo son muchas, y hacerse cargo de ellas por cuenta propia puede resultar muy costoso y ser directamente imposible.

Las coberturas básicas de este tipo de seguro son: daños por agua, incendio, robo, roturas, avería de maquinaria, fenómenos atmosféricos… Pero a ellas se unen otras muchas adicionales, que varían entre las distintas aseguradoras, como puede ser la de daños que sufran los equipos informáticos cedidos a los alumnos, los daños ocasionados a un tercero por el propio local, a vehículos estacionados en el recinto, a la pérdida de beneficios por haber tenido que interrumpir una actividad programada por el Centro, etc.